8.2. Aureolas de contacto

Las aureolas de contacto son el resultado de la perturbación térmica transitoria causada por la intrusión de un cuerpo ígneo, estableciéndose un nuevo gradiente térmico. Si el tiempo de duración de ese nuevo gradiente es prolongado, en la aureola de contacto se pueden producir modificaciones texturales y/o mineralógicas, que se distribuyen en zonas concéntricas respecto al plutón y que reflejan la intensidad del nuevo gradiente térmico. Cuanto más próximo al cuerpo ígneo más alta es la temperatura. Cuando los cambios de una zona a otra se suceden en espacios reducidos, se puede inferir que el gradiente térmico era elevado.

En las aureolas de contacto, desarrolladas en rocas de caja con alto contraste térmico respecto del plutón, se encuentran numerosas fracturas de origen térmico que se forman por el rápido calentamiento. Están rellenas por minerales tardío- magmáticos, como por ejemplo albita, cuarzo, muscovita, fluorita, turmalina, topacio, etc. (Lám. 1).

Las aureolas de contacto se forman a cualquiera profundidad. Se evidencian ya sea por la formación de hornfels o por el incremento del grado metamórfico, en este último caso si el emplazamiento se produce en una faja en proceso de metamorfización.

La formación de hornfels en las aureolas de contacto se produce cuando el contraste térmico es alto y la roca de caja tiene composiciones y texturas apropiadas para ello. Las rocas más sensibles a los cambios de temperatura son las que poseen minerales de baja temperatura, como es el caso de muchas de las rocas sedimentarias y de rocas metamórficas de bajo grado.

Cuando la intrusión es contemporánea con un episodio metamórfico las aureolas de contacto producen un aumento en la intensidad del metamorfismo. Las asociaciones minerales y las texturas relacionadas con la intrusión dependen del tiempo que dura la perturbación térmica.

En estos casos es importante analizar la relación entre la duración de la perturbación térmica causada por la intrusión y la duración del metamorfismo regional. Las texturas que perduran dependen de cual finaliza primero. Si perdura el metamorfismo regional habrá porfiroblastos rotados y una tendencia local al metamorfismo retrógrado. Por el contrario, si perdura la aureola de contacto habrá un crecimiento de porfiroblastos no orientados, fuertemente poiquilíticos, y no habrá retrogradación.  La probabilidad que en una faja metamórfica se emplacen más de un cuerpo ígneo es bastante alta. En este caso las aureolas de contacto se superponen y por lo tanto la disipación térmica del conjunto de aureolas es muy lenta, casi comparable con la duración del metamorfismo regional. El resultado es el aumento del grado metamórfico en una amplia región y la faja se caracterizará por un tipo de metamorfismo de alta temperatura y baja presión. Como consecuencia de esto, durante el mapeo de regiones metamórficas se debe tener cuidado en constatar si la aparición de minerales de mayor temperatura está asociada espacialmente a cuerpos ígneos o al proceso metamórfico.